Diseño Estratégico

Proyecto Nendo

Proyecto Nendo, quiere acercar a las personas al medioambiente para generar un impacto positivo sobre el entorno mediante la práctica de deporte al aire libre. La idea es apoyarse en la mezcla de métodos artesanales y pensamientos contemporáneos con la intención de evitar la pérdida de suelo fértil.

Jorge Velasco
Planeta nodrizo
Published in
11 min readMay 6, 2021

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En definitiva, este proyecto propone una estrategia transversal para mejorar entornos naturales y empoderar a las personas como precursores del cambio. Estas intervenciones están diseñadas de la mano de agentes forestales, comités científicos, federaciones deportivas, empresas organizadoras de eventos, administraciones públicas y el apoyo de los fondos europeos para la reforestación.

El gran reto del S.XXI

Tenemos un gran desafío por delante. Hoy en día el cambio climático es uno de los grandes problemas al que se enfrenta la humanidad. Las comunidades científicas lo vaticinan como la gran lucha del siglo, que va a ser capaz de cambiar el status quo a nivel mundial y potenciar las desigualdades.

El enigma de tratar de abordar una problemática de esta envergadura, provoca la reflexión de tratar de afrontar EL problema en sub-problemas, con la intención de crear pequeños cambios “en el hoy” y mitigar el alcance del impacto “del mañana”.

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Para llegar a las entrañas del “Proyecto Nendo”, empecé por sumergirme en la temática del agua. Como todos sabemos, el agua es uno de los recursos más importantes para que se pueda desarrollar vida. Por eso es tan importante dar una solución a la problemática del agua, porque de este modo, estaremos generando vida.

Esta inmersión, me llevó a un segundo plano, el aire. Sin aire limpio, no seremos capaces de desarrollar vida, por lo que, es fundamental que los árboles y plantas prosperen en el medio ambiente. Para que esto ocurra, necesitamos que exista un suelo fértil.

Si se pierde el suelo, se pierden los árboles y la propia tierra se vuelve inhabitable para los ecosistemas donde es abundante la vida.

Para reforzar esta hipótesis, he realizado dos entrevistas con profesionales y expertos en la materia.

La primera entrevista la hice con Belén Acosta Gallo, investigadora en el Departamento de biodiversidad, Ecología y Evolución de la Facultad de Biológicas de Universidad Complutense de Madrid. Con su trabajo ella trata de traducir la ciencia ecológica a datos, y estos datos llevarlos a las matemáticas para que le ayuden a comprender la ciencia de la ecología. Nos explica como con el abandono de lo rural, perdemos cosas básicas y tan importantes como el suelo. La solución pasa por volver a conectar a la gente con la vida rural. Fomentar nuevos espacios verdes, reverdecer. El escenario de futuro, consiste en tratar la problemática con mitigación. Pequeñas acciones que nos ayuden a mejorar o adaptarnos al cambio.

La segunda entrevista se la hice a Santiago M. Barajas; consejero, ecologista, activista en Ecologistas en Acción. Su trabajo consiste en renaturalizar ríos en las ciudades. Básicamente me trasladaba la importancia de que, a través de naturalizar ríos, a parte de la mejora ecológica que aporta, también implica una mejora a nivel social, está íntegramente relacionado.

“España es un país viejo, basado en la agricultura intensiva, y ésta, destroza el suelo”

Esto fue un punto de inflexión para seguir adelante con el desarrollo del proyecto.

La revolución de una brizna de paja

A nivel personal, a la hora de plantear el proyecto, me inspiré en el estudio del gran maestro y padre de la permacultura: Masanobu Fukuoka. Defiende la agricultura natural, donde se deja a la naturaleza trabajar sola. Casi no hay intervención humana. Una de las pocas acciones permitidas en la agricultura natural, es la siembra. Como es lógico, las plantas que nos interesan no llegan solas a la tierra donde las queremos sembrar, por lo tanto, tenemos que hacerlo nosotros. Propone realizar esta siembra mediante bolas de semillas (nendo dango), un sistema sencillo que no necesita arar la tierra para plantar las semillas. Más allá de producir alimentos, el objetivo principal de Fukuoka era combatir la desertización.

En búsqueda del dato

Además, para estudiar la viabilidad del proyecto realicé una encuesta destinada a sacar datos cuantitativos sobre el tema de estudio. En la misma, preguntamos a las entrevistadas sobre sus hábitos en la realización de actividades deportivas en el medio ambiente, frecuencia con la que la practican…

El resultado de la misma supone una muestra significativa ya que contestaron a la encuesta 302 personas. Respecto al contexto demográfico lo más relevante de los datos es: no encontramos diferencias relevantes entre sexo (50,7% de mujeres frente a 49,3% de hombres) y el grueso de la edad de las entrevistadas se encuentra entre los 30 y los 55 años. El 98% de las entrevistadas viven en territorio español.

Gracias a la realización de la encuesta, he podido comprobar varios supuestos que dan viabilidad al proyecto.

La primera conclusión tiene que ver con que el 75% de las entrevistadas realizarían más la actividad deportiva que practican si tuviera un impacto positivo sobre el medioambiente.

Además, de todas las encuestadas, un 79% participaría en eventos organizados que promocionaran la práctica de estas actividades que favorecen el medioambiente. Y no solo esto, si no que el 92% de estas participantes estarían dispuestas a desplazarse (hasta un máximo de 100 km) para realizar el evento. Lo que nos demuestra que hay interés por el medio rural y por intentar mejorarlo.

La segunda conclusión nos parece muy interesante ya que preguntamos directamente sobre los hábitos en la preparación que cada una tiene al realizar la actividad deportiva en el medioambiente. Un 86% de las encuestadas estarían dispuestas a cambiar estos hábitos si con ello pudieran mejorar el entorno natural. El 94% estarían dispuestas a cambiar sus rutas planeadas si con ello mejoraran el medio rural.

Estos datos nos demuestran que hay ganas de participar en mejorar el medio ambiente con lo que cada uno pueda aportar.

La última conclusión que quiero presentar es que el 93% de las participantes llevaría equipamiento adicional a la actividad física que practican si con ello ayudaran a mejorar el medio ambiente. Con este último dato, vemos muy viable el proyecto, ya que las encuestadas (en su gran mayoría) están dispuestas a cambiar, hábitos, rutinas e incluso llevar más material del que normalmente llevarían para colaborar con sus hobbies en la mejora del medioambiente.

Además de estas encuestas, también he realizado entrevistas en profundidad a profesionales del deporte en el medio rural (senderistas, corredoras de montaña, ciclismo de montaña). Las conclusiones que podemos sacar de las mismas es que en todos los casos, las deportistas estarían dispuestas a cambiar sus hábitos en el deporte si con ello pudieran mejorar el medio rural.

“Un acto capaz de generar vida”

A partir de todo lo investigado empecé a pensar, ¿Qué puedo hacer con toda esta información? Tengo muchos datos que me demuestran que la mayor parte de usuarias que practican deporte en el medio rural estarían dispuestos a cambiar hábitos, rutas, rutinas o incluso a ser monitorizadas si con ello pudieran mejorar el entorno natural. Por lo tanto, lo vi claro, tenía que diseñar un dispositivo, una mochila capaz de dispensar bolas de semillas (nendo dango), según se va realizando la actividad física en el medio ambiente. Esta mochila tendría que ser capaz de monitorizar la actividad para poder sacarle todo el beneficio posible.

El funcionamiento de uso de la mochila es sencillo. Tiene incorporado un sistema de lectura GPS a través del cual se puede identificar cada una de las cápsulas expulsadas en un lugar determinado. Este microcontrolador está programado previamente con lo que la usuaria no tiene que hacer nada, más que llevar la mochila. El dispositivo electrónico no ocupa más que una cajetilla de cigarrillos y es fácil de programar.

Como he explicado con anterioridad, mi fuente de inspiración ha sido M.Fukuoka. Él propone realizar la siembra mediante bolas de semillas (nendo dango), un sistema sencillo que no necesita arar la tierra para plantar las semillas y tampoco las deja a la vista de las aves. Estas bolas de semillas, son pelotas de arcilla (mezcladas con abono) de un diámetro de 1–3 cm en las que se ocultan las semillas. Se reparten por la tierra y con la lluvia se ablanda la arcilla lo que provoca la liberación de las semillas.

Por lo tanto, habría que determinar unas zonas específicas de actuación, ya que no nos interesa sembrar en todo el espacio natural. Estas áreas de trabajo, serían previamente elegidas por un comité de expertas en la materia que propondría un cóctel de semillas autóctonas que ayudaran a la mejora del suelo de esa zona concreta.

Según propone Belén Acosta este proyecto encaja bien en zonas donde la erosión es muy alta, tipo tierras que han sufrido una agricultura intensiva o en planes de restauración de canteras a cielo abierto. Por poner un ejemplo concreto en la Comunidad de Madrid, zonas que encajarían serían áreas de Morata de Tajuña, Campo Real o Valdilecha. En estas zonas el cóctel de semillas que defenderían las expertas consistiría en una primera intervención de semillas leguminosas (trébol o alfalfa) para fijar el nitrógeno y una segunda intervención para introducir semillas de plantas labiadas tales como tomillo o hierbabuena, que atraigan a insectos para la polinización. Posteriormente tendríamos que introducir matorrales y ya en última instancia árboles autóctonos.

La idea es crear una tierra rica en pastos, que constantemente se esté auto regenerando.

Es importante plantear estas intervenciones en época de lluvias.

Eventos renaturalizadores de espacios

Una vez que tenemos la mochila diseñada, las deportistas con ganas de participar y colaborar en la causa y todo el conocimiento de Fukuoka y las científicas desarrollado, voy a proponer la actividad/evento.

La idea sería crear un evento en determinadas zonas del medio rural que previamente hubieran señalado las científicas como necesarias para esparcir semillas. El evento consistiría en una práctica deportiva, en la cual las participantes tendrían que llevar la mochila diseñada (para poder esparcir las semillas), que previamente habría sido programada y sería monitorizada.

El evento consistiría en que las deportistas participaran en una carrera con diferentes niveles en igualdad de condiciones. Esto significa que las participantes no tendrían sponsor, llevarían todas el mismo peso en la mochila y recargarían semillas y víveres en los mismo puntos.

El funcionamiento de la mochila estaría sincronizado con las rutas. Esto significa que, al programar la mochila, las expertas determinarían en que punto concreto de una zona determinada serían expulsadas las semillas, ya que no va a coincidir toda la ruta con un esparcimiento regular de semillas. Esto es algo fácil de programar mediante redes MESH. Estas redes generan una conexión entre dispositivos para que dos mismas corredoras no suelten semillas en el mismo sitio. Además, podríamos determinar que sea una zona la cual nos interesa tratar con semillas.

Planteo el proyecto como una estrategia cíclica. El principal protagonista sería el suelo. Previamente las científicas determinan las zonas de actuación. Una vez que tenemos estas zonas delimitadas concretamos junto a federaciones deportivas y administraciones locales, la viabilidad de crear un evento en la zona que nos interesa. La idea es utilizar las herramientas de las que disponemos (mochila, semillas, instrumentos digitales…), para crear un evento organizado por empresas especializadas en ello. Estas herramientas serían las que nos permitirían llevar a cabo la actividad y además nos facilitarían una serie de datos fundamentales, tanto para las deportistas, como para las científicas que podrían llevar un seguimiento de la intervención. Lo que hace que esta dinámica pueda trasladarse al siguiente lugar degradado en el cual poder trabajar.

Diseñando en un futuro de frontera

Por lo tanto, con todo lo explicado podemos plantear varias conclusiones.

En primer lugar, he podido comprobar que es una idea viable, ya que, desde lo investigado hasta lo propuesto, existe un hilo conductor que hace que el proyecto se pueda llevar a cabo.

Desde el punto de vista tecnológico se puede considerar un proyecto de: “futuro de frontera”. Dado que la tecnología que se necesita para desarrollar los artefactos existe y es de fácil acceso.

Por otro lado, cada vez hay más ayudas económicas y sociales que facilitarían toda la burocracia. Por ejemplo, actualmente España lidera el desarrollo de las directrices comunes de la Unión Europea para las actuaciones de reforestación establecidas en la Estrategia de Biodiversidad para el 2030. Entre las medidas que se quieren llevar a cabo dentro de este plan, destaca la plantación de al menos 3.000 millones de árboles en territorio europeo para 2030. Con este plan, vemos que es un proyecto que puede ser validado por las instituciones con facilidad al estar dentro del plan de desarrollo previsto, ya que lo que planteo es una mejora del suelo para la futura siembra de árboles.

Por lo tanto, este proyecto es fácilmente adaptable a las usuarias. He podido comprobar mediante las encuestas que las deportistas estarían dispuestas ha llevarlo a cabo sin mucha problemática. El diseño y desarrollo de la mochila sería sencillo y fácil de hacer. La tecnología que tendría que estar adaptada a la misma, es fácilmente aplicable, por lo que se puede llevar a cabo.

Actualmente, existen proyectos parecidos realizados con drones. Desde mi perspectiva, lo que estoy haciendo es involucrar a las personas en la solución a la problemática actual de la desertificación. Empoderando de este modo a las deportistas y dejando de lado el uso de máquinas para dar con una solución. Aunque esto no implica que dejemos de lado la tecnología para poder ayudarnos en la actividad y resolución de la problemática.

Este proyecto puede ser transversal, de tal manera que se puede aplicar a otros entornos como pueden ser la trashumancia. De este modo, podríamos ir más allá y que fueran los propios animales los que llevaran estas semillas a entornos en los que las personas no tenemos fácil acceso. El problema de esto, es que obviamente no podemos determinar la ruta exacta a por ejemplo una oveja, y por lo tanto no tendríamos tanta precisión como si lo hiciera una persona. Aunque si se podría involucrar a la pastora para que los animales siguieran una ruta determinada (aunque nunca sería tan preciso como con una deportista).

Con todo lo recogido, creo que el proyecto es viable porque a través de los datos que he podido obtener, las personas que realizan actividades en el medio rural, en su gran mayoría estarían dispuestas a participar, aunque esto significara modificar su rutina (cambio de rutas, aumento de peso que tuvieran que cargar…).

Además, la tecnología necesaria para realizar el proyecto existe y es de fácil acceso, por lo que no supondría un gran desarrollo tecnológico o una gran inversión económica.

Por otro lado, está de nuestro lado que la Estrategia de Biodiversidad para el 2030, implica la plantación de 3.000 millones de especies en suelo europeo antes de 2030 por lo que es un tema a la orden del día y burocráticamente no habría muchas barreras.

De modo que uniríamos la más actual tecnología con técnicas de agricultura tradicionales para conseguir nuestro objetivo. Con todo esto, estoy convencido de que somos capaces de frenar la desertificación y ayudar a la mejora de las propiedades del suelo, si nos organizamos con el Proyecto Nendo.

Agradecimientos

María Puig, Belén Acosta Gallo, Isa Ludita, Rafa Bofarull, Santiago M. Barajas Carmen Pereda, Daniel Seuba y Sergio de Pazos.

Contacto

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